Un clima tan
frío me hace dejar un poco de lado esto de escribir: en mi garita hace
muuuuuuucho frío, por lo que paso más tiempo en el despacho con mi compi. Allí
hace calorcito y además aprovechamos para charlar un ratito, que a veces pasa
la semana y no hemos hablado nada más que un par de veces, ¡¡y de trabajo!!
jejejjjejejeje…
Luego cuando
llego a casa con intención de escribir, resulta que el portátil está fatal y
además de los fallos que me da de complementos pendientes de actualizar,
tampoco tiene el Office, por lo que me toca escribir en el correo electrónico
en modo borrador,….. Y eso es un rollo.
Hace un par de
días vi una foto reciente de Antonio y su churri. Hay quien me dice: ¿Pero para
qué lo haces? No sigas torturándote con eso, ¡¡olvídale!!
Pero para mi no
es ninguna tortura, sino todo lo contrario, UNA SATISFACCIÓN. Verles me hace sentirme bien, me hace sentir que
lo que pasó era lo mejor que podía pasar y además creo que hasta debería darle
las gracias de que tomase aquella decisión.
Hombre, no voy a
darle las gracias, que bastantes lastres llevo aún a mis espaldas, pero a pesar
de todo, de nuevo llego a la misma conclusión: SOY UNA AFORTUNADA J
Aquella historia
tenía que haber terminado mucho antes. Fueron 8 años juntos, pero ahora, cuando
lo analizo fríamente, me doy cuenta de que debería haberle puesto freno
prácticamente al principio. Recuerdo la primera bronca que tuvimos como si
hubiese sido ayer. Recuerdo perfectamente el lugar, el momento y el tema de la
discusión. En aquella ocasión cedí y perdone,…. Creo que no debería haberlo
hecho, pero mi concepto de lo que una pareja debe ser era otro y confiaba plenamente
en él, hasta tal punto que llegaba a creerme cada una de las mentiras que por
su boca soltaba,…. Incluso cuando no le creía del todo (si algo no me cuadraba
o le pillaba en un fuera de juego), finalmente “por el bien de los dos” lo
dejaba a un lado y seguía adelante. Bueno, más bien a su lado y con el tiempo,
detrás.
Nos conocimos el
primer verano que yo pasé en aquel pueblo del litoral mediterráneo; tengo muy
buen recuerdo de aquella época por todo lo que supuso, independientemente del
final de los acontecimientos.
Acababa de
volver de mi viaje de aventura a los estados unidos donde me quedé una
temporada y viví como una ciudadana más con la ayuda de mi gran amiga Mónica.
Pase una temporada que nunca olvidaré, en la que me sentí libre, independiente,
fuerte, y sobre todo, capaz. Estaba viviendo mi aventura y todo salía como
había previsto o incluso mejor ¿qué más se puede pedir? Lo único que me falló
fue el trabajo estable y no me quise arriesgar a quedarme de “ilegal” o verme
obligada a casarme como solución a la ciudadanía, así que di por finalizada mi
aventura, al menos por ese momento.
Al regresar a
casa me planteé dos opciones: buscaría trabajo por aquí durante unos meses y si
no tenía suerte volvería en busca de “El sueño americano”. Todo pasó muy rápido
y en 6 meses ya había descartado lo de viajar, así que me puse a buscar de
nuevo opciones aquí.
Pronto encontré
un trabajo que por lo menos me servía para ir saliendo adelante y adentrarme de
nuevo en el mercado laboral, desde donde no me cabe duda que es más fácil
encontrar uno mejor. Iba a trabajar de comercial inmobiliario en una empresa
que vendía apartamentos en la costa mediterránea. Me sentía de nuevo
independiente y muy a gusto con las compañeras, así que la cosa fue rodando y
comencé a ganar un sueldo bastante digno. Unos meses después tuve un
“problemilla” con mi jefe que me hizo plantearme el dejar el trabajo; la
situación era incómoda y él se podía permitir fastidiarme todo lo que quisiese,
lo que hacía que el ir a trabajar ya no fuese agradable. Esta es otra larga
historia que finalmente se solucionó gracias a terceras personas y a que me
ofreció irme todo el verano a vender los apartamentos a pie de obra.
La mejor opción
que tenía en aquel momento era irme durante todo el verano y ganar la mayor
cantidad de dinero posible allí, así cuando llegase el otoño podría dejar el
trabajo y buscar uno mejor con la seguridad del colchón económico que tendría.
Y así lo hice.
Como decía aquel
verano fue memorable y se creo algo especial entre el grupo de gente que allí
estuvimos. Fue como ese campamento de verano en el que disfrutas, conoces
gente, tienes experiencias increíbles y además haces amistades que durarán con
el paso de los años.
Fui, con
diferencia, la que más vendió en aquel salón en el que nos ubicaron, pero
además de eso, pude organizar, dirigir y unir a todo ese grupo de gente que
allí estábamos, lo que me hizo sentirme muy orgullosa.
Allí fue donde
conocí a Antonio. Él era camarero y nos atendía en el comedor, en la cafetería e
¡¡incluso a veces en la discoteca!!
Me caía muy bien
y siempre hablábamos un ratito cuando nos veíamos. Él siempre se aseguraba de
que yo tuviese lo que había pedido, se encargaba de hacerme el café como sabía
que a mi me gustaba y si podía tenía algún detallito conmigo como invitarme o
darme algo mejor de lo que había pedido. Me parecía un tipo encantador y aunque
físicamente no era ningún portento, a mi eso me daba lo mismo.
El día 1 de
septiembre comenzamos a salir. A mi me quedaba ya poco de mi estancia allí,
pero estaba muy contenta de lo que me estaba pasando, por lo que no quería que
se terminase tan rápido, así que busqué la forma de alargarlo.
Durante el mes
de octubre había 2 ferias inmobiliarias y una convención de comerciales, así
que me ofrecí para las 2 ferias y para atender a unos clientes que bajarían a
ver las obras. Aceptaron y así me quedé otro mes más allí con Antonio.
Antonio tenía su
apartamento y yo estaba con 2 compañeras, por lo que me ofreció irme con él
para poder estar los dos solos. No me lo pensé dos veces y me fui a su casa.
Hablábamos todos
los días varias veces por teléfono y nos veíamos en cuanto teníamos un ratito,
en definitiva, trabajábamos en el mismo edificio y no era muy difícil
“escaparse” un momentito. El mes de noviembre me correspondía como vacaciones y
tras pasar unos días por Bilbao, hice la maleta de nuevo y regrese junto a
Antonio a disfrutar de mis vacaciones.
De nuevo me
encontraba ante una decisión importante: ¿¿Pedía el traslado allí?? ,
¿¿Regresaba a mi entorno con mi “querido” jefe?? o ¿¿dejaba el trabajo y me
buscaba la vida?? ……… Decidí pedir el traslado.
Era un buen
momento para pedir un traslado; había sido la que más había vendido, había
organizado todo, había sido la responsable de gran parte del éxito de todo
aquello y además caía bien a la gente de allí. El único problema que yo veía
era que nunca nadie antes lo había pedido, y eso a veces cuesta más de lo que
uno puede llegar a pensar.
Hablé con la
directora comercial sobre la posibilidad y también le dije que no quería que mi
jefe se enterase de nada hasta que no me asegurase que era posible. Me dieron
el solicitado traslado y a partir del 1 de diciembre comencé a trabajar a pie
de obra.
Me sentía feliz
en mi nueva casa, con mi nuevo trabajo, mi pareja,…. Mi nueva vida era lo que
quería y eso me hacía sentirme genial. Creía que había encontrado al hombre de
mi vida y nada me hacía sospechar lo que con el tiempo pasaría.
Yo siempre he
sido de dar, más que de pedir, y no me importaba tener todo tipo de atenciones
hacia Antonio. Creía que debía ser así y tampoco tenía en cuenta si aquello era
recíproco, simplemente hacía lo que consideraba que tenía que hacer, o
simplemente lo que sentía.
Con el tiempo se
fue volviendo una costumbre que a mi ya no me gustaba tanto. No soy de pedir,
menos cuando veo que la otra persona no tiene tiempo, dinero o facilidad para
ello, pero llegado un momento, a todos nos gustan los detalles, aunque sean
pequeños y con Antonio aquello no existía.
La situación era
cada vez peor, pero yo creía que no dependía del amor que nos teníamos, sino
del entorno, de la falta de trabajo, de los problemas económicos derivados de
que él no trabajase,…. Y yo por supuesto en eso le di todo mi apoyo. Estaba
dispuesta a trabajar lo que hiciese falta para seguir saliendo adelante; eso es
lo que hacen las parejas, apoyarse el uno al otro y me tocaba tirar hasta que
él levantase cabeza.
Mi mayor error
fue confiar plenamente en él. A día de hoy soy consciente de que nunca conocí
al Antonio de verdad hasta que nuestra relación termino y supe toda la verdad
sobre él. Aquel “encantador de serpientes” supo inventarse y mantener una vida
de mentira que todos los que le rodeábamos nos creímos a pies juntillas. ¡¡Qué
pena que no utilizase ese talento innato para sacar algún beneficio como
guionista de TV o incluso de protagonista de un culebrón!! Pero fue más cómodo
engañarme durante años mientras yo hacía que saliésemos adelante trabajando
donde fuese.
No me suelo fiar
de la gente muy fácilmente y al final resultó que me fíe plenamente del menos
indicado. Me fíe de su palabra hasta tal punto, que incluso sabiendo que no
todo lo que me decía era real, ni siquiera me molesté en comprobarlo. No quería
tener más broncas……
Las broncas
siempre eran por dinero. Nunca llegaba para todos los gastos, siempre había que
sacar de otro sitio (yo siempre he sido una hormiguita y he guardado algo para
emergencias) o pedir a algún conocido. A mi nunca me ha gustado eso y he
procurado gastar lo que tengo, nunca por encima, pero Antonio siempre sabía lo
que tenía que hacer o decir para que yo cediese.
Finalmente,
cuando se fue de casa, empecé a ser consciente y conocedora de toda la verdad:
Antonio no sólo había gastado lo que yo veía mes a mes, además había fundido
parte de lo que yo creía que se había utilizado para pagos habituales como el
coche, la hipoteca, etc. Es decir, me encontré sola y con un montón de deudas,
todas a mi nombre……
Hoy en día como
se puede ver, sobrevivo, y aunque hay meses que me cuesta un poco más,
finalmente siempre saco la cabeza y salgo a flote. Soy afortunada de tener un
trabajo y un sueldo cada fin de mes. Tengo una familia y más amigos de los que
podía pensar que me aprecian, me ayudan y me apoyan. Mi vida a mejorado
notablemente en los últimos 3 años y eso sólo se lo debo a Antonio. Es muy
probable que de no haber tomado la determinación de dejarme, yo ahora seguiría
amargada junto a él (mejor dicho, a su sombra) y pensando que era la vida que
me había tocado vivir en esta asquerosa
sociedad.
Mirar su perfil
de FB me hace ratificarme en lo bien que estoy lejos de él y lo único que me da
pena, o nostalgia es pensar en el tiempo que perdí intentando arreglar y tirar
de una relación que yo me creí pero que para él apenas existió. De todas formas,
hasta eso tiene su ventaja y es que he aprendido mucho más sobre lo que no
quiero que me pase y lo que no volveré a consentir nunca más.
Veo las fotos de
ella y me veo a mi hace 3 años: sin tacones, sin escotes, sin maquillaje, sin
apenas arreglar, más gorda, semblante triste a la par que serio,….. Esa es una
de las cosas que no voy a volver a consentir nunca. Cuando veo mis fotos de
ahora y las comparo con las de antes, sé que aquel mal momento que pasé fue lo
mejor que me pudo pasar. Entonces no lo entendí, pero el destino es sabio y el
tiempo termina dándote las explicaciones que un día no tuviste.
Cometí un grave
error, pero tengo el aguante y valor para seguir adelante y poco a poco
subsanar cuantas meteduras de pata tuve o consentí. Puedo y lo voy a hacer;
debo mucho dinero a los bancos y lo iré saldando,…… Es mucho dinero, pero al
fin y al cabo……. Sólo es dinero ;)
Cambiando de
tema y volviendo a un presente mucho más rico en experiencias, pero sobre todo
más feliz, no puedo dejar de incluir una reseña sobre el súper partidazo que
vivimos el martes….. ¡¡¡Mi Athletic de nuevo clasificado para la final de la Copa del Rey!!! La victoria
será complicada ante un Barça que gana todo lo que se le pone por delante, pero
el partidazo está asegurado. Por lo demás, la semana ha sido bastante
normalita, hasta hoy que me tocaba pasar por “el clan de los vampiros” :P Es decir, hoy era el día en que me han sacado
sangre para mi revisión semestral.
No es que me de
miedo, pero no me gusta nada y me genera un mal rollo fuera de lo normal, es un
malestar y una grima que me crean un estado de nervios que pocas cosas me hacen
sentir así. De todas formas, ya estoy acostumbrada a ir y a pasar ese mal rato
yo solita. Son ya 3 años con la misma dinámica y aunque siga sin gustarme, soy
consciente de la obligación. Anoche además me acosté tan temprano para pasar
mejor el ayuno que he dormido más de 8 horas (normalmente no paso de 6), por lo
que aunque de mal rollo, al menos he ido descansada.
Al llegar al
ambulatorio el día ha mejorado notablemente; ya no estaría sola…….. Joseba
estaba allí para acompañarme.
GRACIAS
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ResponderEliminarMuy buen título para la entrada, y gran razón que llevas. un besito
ResponderEliminarEs una realidad, pero a veces se nos olvida. Bss
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