martes, 6 de marzo de 2012

RECUERDOS DE “MI EXILIO”

Estoy camino de quedarme enganchada de la espalda,…. Espero que no vaya a más, pero ahora mismo me muevo como una anciana, ¿será la edad? :P

La verdad que hacía mucho que no pasaba algo así. Normalmente soy más de quedarme enganchada del cuello por dolor de cervicales, pero de las lumbares hacía mucho que no me pasaba. Creo recordar que la última vez que me pasó fui a un especialista de la misma empresa en la que estaba trabajando durante mi “exilio”.

Tenía sus ventajas trabajar en una empresa en la que tienes descuentos en todos los establecimientos de la empresa y tiene todo tipo de instalaciones para el ocio y tiempo libre. Por eso aproveché a ir al fisioterapeuta cuando me sucedió. Bueno, por eso y porque tardaba en llegar de mi despacho a su consulta unos 3 minutos andando, en cambio para ir a cualquier otro, necesitaba el coche, una media hora de viaje y cita previa.

No era tan malo estar en aquel complejo turístico, por lo menos al principio; había trabajo bien remunerado, buen clima y mucha gente a la que conocer. Al final éramos como una gran familia, o mejor dicho, una familia ENORME.
Unas 1000 personas convivíamos a diario en aquellas instalaciones. Cada uno en su departamento, pero todos terminábamos conociéndonos y más a los de mi departamento; el Departamento Comercial.
Éramos los que tratábamos con todos los demás; hostelería, turismo, obra, servicios, etc. Y no éramos tantos, por lo que a nosotros sí que nos conocían todos los demás. He de reconocer que los comerciales éramos los “niños bonitos” comparados con el resto de empleados. Nunca lo vi del todo justo, pero era así.

Según la filosofía de la empresa, todos los departamentos iban unidos para completar un fin. Según ellos, el fin era vender apartamentos. A mi forma de verlo, el fin era dar un servicio. La empresa contaba con todo tipo de profesionales (una forma de denominarlo) en todos los sectores y a pesar de que en aquel momento el boom lo vivía el departamento comercial inmobiliario, el resto de departamentos y trabajadores influían en el resultado final con el cliente.
Todo estaba unido y si uno lo hacía mal, el trabajo del resto podía quedar invalidado, por lo tanto, el trabajo de cada uno era tan importante como el del otro para poder tener a un cliente satisfecho. Por eso creo que todos los departamentos eran importantes para que el nuestro funcionase bien, y así lo hacía.

Durante años fuimos líderes en venta de apartamentos, pero no así en calidades y acabados. La mentalidad de trabajo de la costa levantina no tiene nada que ver con la de la cordillera cantábrica. La palabra, la confianza y el buen hacer se convierten en humo una vez te adentras en la Comunidad Valenciana. Es como las mundialmente conocidas “Fallas”; todo es muy bonito, vistoso y aparente,…… Pero al final no deja de ser cartón piedra y por lo tanto….. HUMO :P

El éxito de nuestro producto era importante y el proyecto iba creciendo mes a mes. En todas las ferias inmobiliarias, así como turísticas estábamos una “manada” de comerciales “despachando” apartamentos. Había ferias en las que se vendían 150 apartamentos como la cosa más normal de mundo. Un edificio de 250 - 300 apartamentos nos duraba a la venta, como mucho, un par de meses, así que cada vez se construía más rápido; pero no con más personal, sino con peores acabados.

Se trabajaba tan rápido que nunca daba tiempo a rematar, a probar, a asentar y muchas veces, ni a terminar. El día que el cliente estaba escriturando aún se estaba trabajando en su vivienda, incluso después de escriturarla, cuando la vivienda ya era de su propiedad, esta estaba llena de trabajadores “rematando” el apartamento.

Había clientes que se quejaban de todo esto (¡¡lógico!!), pero al final la cosa no iba a mayores, ya que estaba todo muy bien organizado para poder agasajarlo para que no pusiesen reclamación alguna; invitaciones para comer, para hoteles, reformas gratuitas en la vivienda, etc. Dependiendo del fallo y sobre todo de la insistencia o mala leche del cliente. Pero no pasaba nada ¡¡había vacas gordas!! Así que al cliente lo que pidiese…… A los empleados ya era otro tema aparte.

En aquellos años conocí cientos de personas; algunas más y otras menos, todos diferentes con problemas, costumbres, hábitos y maneras de pensar.  Con todo esto se aprende bastante sobre las relaciones sociales y a saber diferenciar entre la amistad, el compañerismo y las relaciones laborales. Durante aquella temporada conocí a gente de lo peor, así como personas a las que me alegro tremendamente de haber conocido, como por ejemplo a Iratí. Esas son de las cosas que han valido la pena a pesar de todos los malos momentos allí vividos.
Siempre hablo de mi exilio, pero también he dicho siempre que la decisión de trasladarme a vivir allí, la tome yo. Todo pintaba bien y parecía una buena oportunidad de prosperar, además de la posibilidad que por aquel entonces tanto me apetecía que era poder vivir con Antonio, así que tampoco lo pensé mucho.
Por primera vez iba a vivir por mi cuenta e iba a ser responsable de mi casa. Ya había vivido fuera de casa de mis padres, pero nunca con tanta responsabilidad. Me sentía bien, por fin adulta y con “mi vida” por delante y quizá hice muchas cosas mal, o al menos no todo lo bien que podía haberlas hecho,…… Pero no me arrepiento de nada. Cada error me ha dado un escarmiento, una lección, y cuanto más grande ha sido el error, más duro ha sido el escarmiento y más hondo me ha calado la lección. La vida es la mejor universidad…… ¡¡Y yo tengo un master!! J

Al hacer “mi vida” comencé un nuevo camino por el que aprender de nuevo a vivir. Ya no hay unas normas establecidas de cómo debes hacer tus cosas, o de cómo tienes que comportarte. No se trata de perder las formas, no me refiero a la educación o las relaciones con los demás, sino más bien a no tener que seguir estando “sometido” a esas frases que siempre tanto me han molestado y que seguro que más de uno las ha “sufrido” tanto como yo. Esas que a casi todos los padres les encantan:
“Las cosas aquí se hacen así porque yo lo digo”, “Mientras vivas en mi casa harás lo que yo te diga” o “Cuando tengas tu casa haces lo que te dé la gana”.

Esas odiosas frases, o mejor dicho, esas frases dictatoriales, por fin pudieron ser “vengadas” en la primera visita que recibí de mis padres a mi nuevo domicilio. Mola el regustillo que sientes cuando después de tantos años cumples tu ilusión y te quitas una de esas espinitas J

La verdad es que ya ni sé el motivo de estar escribiendo todo esto; tengo que confesar que empecé a escribir ayer lunes, pero como no me dio tiempo a terminar antes de irme, sigo hoy por la mañana escribiendo todas estas cosas que me pasan por la cabeza. También reconozco que no me gusta releer lo que pongo, así que ando un poco despistada con el hilo de esta entrada,….. Prometo no volver a hacerlo L

Hoy me duele menos la sobrecarga de ayer, aunque aún camino un poco como las abuelas; despacio y con el “culo pollo”, es decir, hacia fuera, ya que lo que me cuesta es ponerme recta, jejejejejeje…… Pero bueno, he cargado con mi mochila y no me noto que me haya afectado. Es más, ahora mismo me noto mucho mejor, así que con suerte, al final del día todo será una anécdota.

Bueno, creo que por hoy ya he perdido bastante tiempo, así que lo mejor va a ser trabajar un poquito y cubrir los mínimos que me piden, que en estos tiempos no se puede hacer el tonto con el trabajo y yo la verdad es que no puedo quejarme lo más mínimo.

Para terminar quiero mencionar una frase que leí ayer. Es del libro que comento siempre, pero es que ayer estuve recopilando las frases que subrayé y esta es de mis favoritas:

“No nos reímos porque seamos felices, somos felices porque nos reímos”



Así que todos a sonreír sin parar para encontrar el camino a la felicidad J

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